‘The collection’ es el título de la exposición conjunta de Néstor Delgado y Rasmus Nilausen en el KKKB (Komando Kultura Kontemporánea Barcelona) en el Barrio del Raval, Barcelona. La muestra planteaba un desarrollo inter-subjetivo en la que ambos autores formaban una “colección pictórica”. Partiendo del trabajo de cada autor, el montaje final enlazaba las piezas en un acuerdo entre ambos pintores en el que se improvisaban diálogos entre las piezas. Durante el desarrollo de las piezas, Rasmus Nilausen residió en Londres y Néstor Delgado en Santa Cruz de Tenerife, por lo que todo el trabajo conjunto fue acordado a modo de epístola. La interacción e instalación de ‘The collection’ se propuso, pues, una reflexión sobre la idea de la pintura como compilación y de la figura del autor pictórico como coleccionista. El sito web se puede visitar aqui
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La imagen a través (dueto)
Por Yamandú Canosa
La imagen aparece. El pincel frota la tela y la imagen aparece. ¿Elegimos las imágenes?
Un día escribí sobre recurrentes mis encuentros con naipes en las aceras de mi ciudad natal. Se entreveraban con mis pasos en mi deambular por las calles. No sabía si yo iba al encuentro de ellos o, a la manera de un mensaje cifrado, los naipes me enviaban señales escondidas, palabras, comentarios sincrónicos o premoniciones bienintencionadas, avisos.
Imaginemos por un momento a Perec haciendo el inventario de lo que Borges le dicta al oído mientras contempla el Aleph en aquel sótano oscuro de Buenos Aires. Néstor Delgado y Rasmus Nilausen se aplican a la imposible y fracasada tarea de clasificar la iconografía del mundo. Pero en ese vano intento, la imagen aparece.
Pintar es parar el tiempo, aquietar la imagen. Mi amigo Serafín diría “apretar el botón de Pausa”. ¡Que se pare el tiempo! En el hipersaturado perpetuum mobile contemporáneo en que estamos sumidos esto suena a un pequeño y sustancial acto revolucionario (dentro de poco sólo dormir y cerrar los ojos nos mantendrá a salvo).
Aquietar la imagen para salvarla. La pintura devuelve a la imagen el tiempo que la experiencia guarda para sí. Pintamos el tiempo –la calidad del tiempo mirado– en una imagen quieta. Delgado y Nilausen apuran la pincelada en un amoroso y certero wet and wet a sabiendas de la imposibilidad de la mimesis. Quieren nombrar a dúo, conscientes de que el mundo es muy grande para cantarlo solo. En este coro bien entonado la imagen aparece clara. Estas imágenes inteligentes nos recuerdan que pintar no es representar. Miro esta colección de imágenes. En breve, mi mirada atravesará el plano (como abducido por el hueco de una pintura de Fontana) y veré los pliegues que las imágenes guardan para sí, el doblez que las completa, desvela y desnuda.
Pero ante estas obras mi desasosiego continúa: ¿eligen las imágenes? O mejor dicho: ¿elegimos las imágenes? Del infinito cuerpo del Aleph borgiano, del caótico menú que nuestra mirada guarda, de toda nuestra experiencia transversal con el mundo y con las cosas, ¿qué imagen elegir? Dicen que la intuición es la inteligencia de la subjetividad. Sabemos que el mundo se piensa imaginando. Estos eclécticos fragmentos del paisaje que Delgado y Nilausen hacen aflorar descentran el mundo y nos salvan, aunque sólo sea por un instante, del ensimismamiento. Apuntan indiscriminadamente en todas direcciones y me hacen abundar en la sospecha de que somos menos autores de lo que creemos y de que también la imagen, el paisaje y el mundo nos miran.
Yamandú Canosa. Barcelona, mayo de 2011
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Sobre afrontar un texto explicativo de un proyecto intuitivo
Por Rasmus Nilausen
He trabajado mis piezas dentro de cuatro series, naturalmente tienen algo que ver con el coleccionismo, el coleccionista y cómo no, la colección.
1: Pure Meta.
Pure Meta es mi colección privada de pinturas que van de pintura.
Soy un gran coleccionista de libros y catálogos de arte.
Puede que ésta sea la colección que más costará de entender al espectador no especializado;
así es la vida del meta-autor.
El cuadro The Malevich Incident da la bienvenida al espectador. Introduce y resume la colección.
Me gustan las relaciones creadas entre un falso Baldessari y otro igualmente manipulado On Kawara. Naturalmente, la pieza Pure Meta es en referencia al Pure Beauty, mientras el On Kawara apropiado contiene el truco de una fecha ficticia y por tanto utópica (abril tan solo tiene 30 días). En este caso también es importante la falta del registro técnico.
Dentro de la misma serie también se encuentra el cuadro titulado Painterly Idea. Un cerebro pictórico. Es un concepto que llevo considerando cierto tiempo. Existen las ideas que son de pintura, y según la lógica, eso también confirma la existencia de otras ideas que no lo son. ¿Cómo se evita una mera representación pictórica? Más importante aún ¿realmente me importa?
En la misma línea se encuentra la pieza The Statement, una pintura de texto sin texto, y el retrato de la contraportada del libro Ways of Seeing de John Berger.
Durante muchos años lo he podido evitar, pero al final me han salido dos (!) cuadros abstractos dentro de la colección. Uno sin titulo, que quizás no es tan abstracto al final. Lo acompaña una pieza que imita una planta, una esponja que parece ser construida por pinceladas.
El otro cuadro abstracto declara sus intenciones mediante el título, Exceso de Retórica. Al final se quedó fuera de la exposición.
En fin, Pura Meta.
2: Good vs. Evil.
Es la serie más banal. Se trata del sentimiento más humano. Hablo de Nosotros contra Ellos. La conexión, el conjunto nos da un pseudo-sentido que luego aplicamos a una identidad. Por eso el deporte nos emociona, por eso la popularidad de Starwars o la Religión. La pieza que da nombre a esa serie cuelga encima de la exposición, protagonista de un chiste cutre que convierte la sala en una catedral de la pintura.
Batman lucha para los buenos, pero debe hacerlo siempre clandestinamente. Vive en un eterno purgatorio personal. Me cae bien, en parte por ser el único Superhéroe que no tiene poderes – tan solo es extremadamente adinerado. Aquí le vemos en una biblioteca.
3: Observar.
Observar es clave para el coleccionista. Es la idea del voyeur y la idea de poseer el objeto del fetiche. Calma, aquí no hablaremos de Freud: ni del abuelo ni del nieto.
El Observador es un ser flotante que no necesariamente se entiende. No importa, de alguna manera es bastante más inquietante así.
Desde un observatorio en el jardín, quizás construido por él mismo, el coleccionista puede coleccionar estrellas, lunas y planetas. Es un placer meramente visual – un amor no correspondido. El amateur tiene el Sol y la Luna en su colección celestial.
4: Dwelling.
Habitar en clave de Heidegger es una continuación natural de las colecciones domésticas. Aquí, tanto la memoria como los recuerdos son una parte importante del ser humano. La serie hace énfasis en los recuerdos de la infancia, dado que en mi opinión son los que más huella dejan. Los niños coleccionan de todo con más o menos rigor.
Cosas, objetos curiosos que nos ayudan a construir y a pensar sobre nosotros mismos.
Dentro de esa serie, mi pieza favorita es The Illinois-Shaped Cornflake. Esta pieza tiene que ver con la pereza. Quería pintar un cornflake para evitar volverme ciego por culpa de la continua masturbación. Perder la vista es el miedo de todo pintor. En lugar de traer un cornflake de casa al estudio, investigué de nuevo en el gran www. En E-Bay encontré la imagen de este cornflake con forma del estado de Illinois (USA). Puedo revelar que no era precisamente barato. Lo pinté un poco más grande que tamaño real, ya que ahora representa el estado que antes era hogar del ahora presidente estadounidense B. Hussein Obama.
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La colección: la edificación bosquímana y la ambigüedad de los anfibios
Por Néstor Delgado
“El territorio es la propiedad del animal.”
Gilles Deleuze
“Lo más profundo es la piel”
Paul Valery
En su periodo de vida al Faraón se le construía una pirámide que, tras el momento de su muerte, sería su tumba. Al morir, sería enterrado en ella y con él se apilarían todas las pertenencias de las que disfrutó en vida, con el fin de que viajaran con él al otro mundo. La promesa de otro mundo era la mera la representación del mundo que el difunto ya había abandonado y la colección de objetos que se guardaban en la tumba del Faraón eran, de alguna manera, la representación del propio faraón. La propiedad consiste en la construcción de un territorio y la colección forma parte del mismo o, al menos consiste en la idea de la propiedad, del tener. El coleccionista es alguien que ha convertido su búsqueda en un método de criterio, de esta forma, es capaz de encontrar (o crear) lo valioso. Nuestra delimitación de un territorio se convierte en aquello que nos construye identitariamente, al menos, en relación con los otros. Los libros en nuestra estantería determinan qué leemos, cómo somos. La forma en la que se dispone nuestro espacio es la forma en la que nos representamos y nos definimos como individuos. Desde la invención del cuadro como objeto burgués, la colección parte de la idea de la propiedad y, a su vez, de la construcción de un corpus pictórico. El pintor actual construye como un coleccionista y debe ser capaz de desarrollar su criterio, de asignar un valor. Del caótico mundo de lo visual (enorme y vasto) es necesario volver a discernir, recobrar el criterio, contemplar la idea de la construcción.
Bestiario = Representación animal
La primero que hicieron los cartógrafos fue marcar y delimitar el territorio: las zonas exploradas y las que aún estaban por conquistar. Los bosquímanos viajaron a través del desierto, sin hogar y despojados de su tierra, construyendo paravientos y observando a los elefantes transitar, como ellos, a través de la nada. La representación animal pasó a ser el primer motivo pintado por el hombre, desde las cuevas prehistóricas, las pinturas rupestres mostraban el objeto de deseo, la bendición de la caza. De hecho, el animal ha acompañado siempre a la pintura y el imaginario del ser humano, llegando incluso a ser representado con cualidades humanas. Digamos que la humanización es una forma de ordenar lo extraño, dar al animal las cualidades del humano (que el perro sea = Bueno / Malo). En la tradición pictórica occidental podemos encontrar representaciones alegóricas de bestias con características humanas (el mono pintor es un ejemplo), mientras que en otras culturas observamos en el chamanismo un ritual para pasar de hombre a animal. Sin embargo, la representación del propio animal (su apariencia), de acuerdo con Deleuze, tiene que ver con la idea de territorio y de cómo puede construirse a través del color, campo y línea. Según Deleuze, estas formas de territorialización, por ejemplo, las nalgas rojas de un babuino o la capacidad de ciertos pájaros de parecer mayores, son maneras de crear un territorio, pero, a su vez, representaciones expresivas básicas que pueden insinuar el inicio del arte. Las formas se convierten en indicaciones básicas: la posición en un territorio y la delimitación del mismo. El hombre pasa a imitar al animal en una danza tribal, mientras el mono aprende a sumar en una jaula.
Albinismo = La pintura como piel
Esencialmente, la pintura tiene que ver con la piel, con la superficie, con la presentación de un cuerpo que no puede ser atravesado. El albinismo es la ausencia de pigmentación. La condición genética es la de un individuo sin color o con ausencia del mismo, pero, sin embargo, hermosamente ambiguo. Es decir, la blancura de la piel del albino (la ausencia de color) podría servir de punto de partida, una metáfora del lienzo en blanco. Todo lo que viene después de esta blancura del lienzo en blanco son infinitas posibilidades, tanto el pintor como el espectador pueden imaginar sobre la superficie miles de posibles formas, futuras formas. La representación de infantes (niño, niñas, niño-niñas) juega también con esa posibilidad del individuo, o al menos promete un individuo en desarrollo, no determinado. Las pinturas de Jean Simeón Chardin muestran la infancia como un periodo formativo o, al menos, la época de la construcción personal,la del ensimismamiento. El ensimismamiento representa la creación de una intimidad, de lo que soy yo (en-mi-mismo). Pintura, infancia y escritura parecen explorar en el mismo camino, construcción y representación y, todo ello a la vez, juega en el campo de la posibilidad. Las posibilidades infinitas de una larva o un anfibio.
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