Intervención en la mesa redonda de clausura del seminario internacional organizado para presentar el Observatorio del Paisaje de Canarias en el Colegio de Arquitectos de Canarias, 28 de enero de 2011.
No creo que nadie cuestione la necesidad de dotarnos de instrumentos culturales con los que administrar de forma coherente nuestro hábitat. Tanto la Bienal de Canarias, al margen de su trayectoria, y ahora el Observatorio del Paisaje, deberían ser potentes herramientas propositivas. Por suerte, las iniciativas que nos interrogan sobre el territorio y su administración han abandonado el geto ecologista. Se sitúan ahora en los primeros puestos de las preocupaciones sociales, aunque para ello hemos tenido que llegar a una situación límite.
No es de extrañar que el Gobierno de Canarias acoja una iniciativa tan “cool” como esta. Eso si, sorprende la descripción que acompaña a la convocatoria de esta reunión, en la que se hacen eco de las vertiginosas transformaciones de las formas de ocupación del territorio, de las modificaciones del relieve, de los impactos de las infraestructuras y flujos de transporte, de la perdida de suelo agrícola, de la desaparición de biodiversidad, del asentamiento de pautas consumistas de territorio. Síntomas que son minimizados sistemáticamente por el Gobierno de Canarias.
Es el mismo Gobierno de Canarias, que ahora parece perplejo por las grandes transformaciones que ha sufrido el territorio, el que lo ha gestionado en las últimas décadas, revelándose además como eficiente administrador, propiciando un ávido consumo de recursos como en ninguna otra época. De hecho mantiene a un consejero de medio ambiente, que sólo aparece en los medios de comunicación para dar cobertura a imposibles infraestructuras, o proponer drásticas rebajas en los niveles de protección de las especies. Es el mismo gobierno que mientras presentaba este Observatorio del paisaje a los medios, anunciaba la subrogación del proyecto de Tindaya a la iniciativa privada, (ya no queda un duro en las arcas públicas) después de casi dos décadas de oscuridad que han terminado por restar cualquier resquicio de legitimidad a ese negocio.
Ha de quedar claro, que cuando hablamos de paisaje hablamos de poder. Entiendo la oportunidad de un observatorio del paisaje, y no me extraña que se pretenda gestionar desde posiciones oficialistas, pero este sería un gran error de enormes consecuencias. Foucault dice: “El horizonte es una representación pero también una noción estratégica”. Si definimos el poder, y así lo hace Foucault, como la implantación de una directriz, de unas fronteras frente a los sujetos libres, el horizonte, el paisaje, modificados y reinventados, son fuentes de poder, estrategias para demarcar al individuo, líneas que advierten, estipulan, acotan o falsean un territorio.
Juan Manuel Palerm, Director del Observatorio del Paisaje de Canarias, también de la Bienal de Canarias, señaló los márgenes desde los que se ejerce este poder cuando respondió en su primera entrevista como director de la bienal, en la que se le invitaba a posicionarse frente a enquistados problemas de la gestión del territorio en Canarias. A la pregunta del periodista ¿Qué le dicen los casos de Tindaya y Las Teresitas y el asunto de Granadilla? El Sr, Palerm perdió una oportunidad de oro para dotar de legitimidad a su proyecto, al repetir sin pestañear los argumentos oficialista que tratan de imponer una lógica egoísta y depredadora, que determina un valor objetivo al territorio, y presupone su disponibilidad como recurso. El Sr. Palerm es además, el principal ponente del contestadísimo último plan general de ordenación urbana de Santa Cruz de Tenerife.
Si lo que se desea es establecer una estructura de análisis que dé respuestas para un apremiante cambio social, una especie de agencia de asesoramiento que asuma y medie entre las contradicciones e intereses de esta comunidad, no parece que estemos en el camino correcto. Aunque puede que sólo se trate de una cortina de humo, de una estrategia de despiste, de dotar de aparente legitimidad a las contestada propuestas del gobierno regional. Algo de esto debe de haber, no puedo entender de otro modo la insistente referencia a la estética a lo largo de estas jornadas. Estetizar el territorio, estetizar la política.
El Sr. Nogué comenzaba su intervención ayer con referencias a los movimientos sociales que dieron pie a la constitución del Observatorio del Paisaje de Cataluña remarcando que el impulso inicial correspondió a la sociedad civil en los primeros años de la década de 2000. Movimientos paralelos y plataforma en defensa del territorio que en Canarias se han manifestado por la misma angustia producida por la perdida de la identidad territorial o por la pérdida dramática del sentido de lugar, que dio pie al observatorio de Cataluña hoy no están convocados aquí, aun peor, están soslayados en todo el discurso institucional, disueltos en un paternalismo que pretende ahogar cualquier resquicio de democracia participativa.
En las primeras líneas de los fundamentos del Observatorio de Canarias, pudimos leer algo así como que, desean fomentar la participación ciudadana, y la sensibilización social respecto al paisaje. Estos primeros fundamentos son una burla al enorme tesón con que han resistido a lo largo de los años, los movimientos civiles sensibles con el entorno, sistemáticamente silenciados, ninguneados, amenazados. Existe una potente red de sensibilidad ecosocial que moviliza a más personas que ninguna otra actividad o evento social en Canarias, una red en la que también están integrados profesionales que trabajan para mantener visibles las percepciones, que una importante parte de la población mantiene con respecto al territorio.
El observatorio del paisaje requiere credibilidad, de hecho este tendría que ser su único valor, el de emitir informes creíbles, hacer públicos análisis que nos ayuden a equilibrar las tensiones ecosociales, a dirimir lo que queremos que sea el futuro de esta comunidad. En mi opinión carece por completo de ella.